Soy la pequeña de dos hermanos, me he criado en un ambiente muy masculino, jugando a vaqueros e indios. A los tres años empecé a practicar el arte marcial del Taekwondo junto a mis hermanos, por lo que se me da muy bien reaccionar con eficacia ante una amenaza. Llegué hasta el cinturón azul-marrón. Ser la pequeña de dos hermanos “chicos” te hace estar siempre a la defensiva, así que desde niña empecé ya a formar mi máscara de dureza.
Nací un 22 de julio a las 22 horas, un número mágico que marcó mi esencia entre la sensibilidad de Cáncer y la garra y fuerza de Leo.
Me eduqué en un colegio religioso. Era una niña alegre y feliz, a la que le gustaba bailar, cantar, jugar y soñar despierta. Nunca tuve vergüenza. A los nueve años fui elegida para representar un alto cargo fallero en mi ciudad, por lo que tuve que dar discursos ante multitud de personas. Ahí empezó mi pasión por la comunicación.
En el instituto comencé a estudiar la rama de ciencias puras, la física y la química no eran lo mío, así que me cambié a letras mixtas y entonces, ya todo fue bien.